© 2014 Miss Fogg
Último día en Irán. Último día de velo, manga larga y censura. Último día de welcomes, sonrisas desconocidas y mezquitas encantadas. Mañana cogemos un vuelo hacia los Emiratos Árabes. Apenas una hora separa un mundo nuevo de lujo, megalomanía y ostentación, de una cultura milenaria, cálida y tradicional.
Lo mejor y lo peor: la situación de la mujer. En nuestro último día y tras mucho observar y escuchar, desde la prudencia me atrevo a hablar sobre este tema. Son muchos los tópicos y las ideas preconcebidas que se han desmontado para mi. Otras, sin embargo, se han confirmado. Aquí va mi pequeño resumen:
En el pasado, las mujeres iraníes cultas y modernas lucharon por sus derechos. Sin embargo, con la revolución islámica de 1979 los perdieron en favor del conservadurismo religioso.
El Estado dictó unos estrictos códigos que afectaron y siguen rigiendo hoy la conducta y la forma de vestir de las mujeres.
La discreción debe imperar y, por ello, en público, la mayoría viste de negro o utiliza un chador encima de su ropa. Todas sin excepción deben cubrir brazos, piernas y cabello, y deben llevar una blusa o chaqueta larga.
Pero son muchas las jóvenes que llevan estas normas al límite y se peinan con grandes y llamativos moños, exageran su maquillaje, no cubren parte del cabello, muestran los antebrazos o incluso visten ropa ajustada y tacones. Una chica nos enseñó un vídeo en su móvil en el que se veía una fiesta de mujeres, vestidas con minifalda y lentejuelas, sin velos, bailando y contoneándose.
Nos ha llamado la atención no haber visto un solo burka (el de la reja) y un único niqab (el que deja ver los ojos), de una turista de Arabia Saudí. En Irán, las mujeres utilizan el hijab (velo) o el chador (“capa” negra).
La ley iraní otorga menos derechos a las mujeres que a los hombres, y les asigna la mitad de valor. Además, una mujer necesita el permiso de su esposo para trabajar fuera de casa o salir del país. Sin embargo, hemos conocido a mujeres trabajadoras viajando al extranjero por su cuenta, o chicas paseando solas por la calle y hablando con hombres desconocidos, o incluso parejas jóvenes mostrándose afecto en público.
Observando a las jóvenes, creo que hay esperanza para ellas. Creo que, lentamente y en silencio, hace tiempo que luchan por su libertad, y que un día la conseguirán y demostrarán al mundo que la mujer iraní no tiene nada que ver con lo que este piensa de ella.
La foto: la Mezquita Nasir al-Molk. Por fuera parece una mezquita más, pero por dentro es como un mundo de fantasía. Sus vitrales de colores capturan la luz y proyectan un arcoiris que baila en el interior del templo a medida que el sol cruza el cielo.